María de Jesús
(López de Rivas Martínez)
(Guadalajara, 18 de agosto de 1560 – Toledo, 13 de septiembre de 1640)
Información recopilada por Rocío Alonso Medel.
Figura 1. Imagen de María de Jesús, incluida en la biografía de Francisco de Acosta, 1648
Reseña biográfica
María López de Rivas Martínez nació en un pueblo de la provincia de Guadalajara, el 18 de agosto de 1560. Casi, por unanimidad, se ha aceptado que este lugar se identifica con Tartanedo, aunque en la biografía que Acosta realiza sobre esta beata se menciona que María López de Rivas era oriunda de Molina de Aragón (Acosta 1648: 2). Fue la única descendiente de Antonio López de Rivas y Elvira Martínez, quedando huérfana de padre cuando tenía cuatro años. Desde esta edad su madre se encargó de la instrucción de la pequeña María que ya presentaba signos de piedad con los ayunos y penitencias que padecía en la tierna infancia.
Sin embargo, la llamada definitiva para destinar sus días al ayuno, la contemplación y la oración sucedió en la adolescencia de María López de Rivas. Con 15 años tuvo una visión en la que Cristo le declaraba sus deseos para que ingresara en la Orden Carmelita Descalza, recién reformada por santa Teresa de Jesús. La joven María no sucumbió a estos propósitos hasta la tercera llamada, tal como declara su biógrafo:
Duró la pelea hasta que oyó tercera vez «Quierote para mi esposa en las Carmelitas Descalzas», cuya respuesta fue: «Si ese es vuestro gusto, Señor, sea muy norabuena porque este es el mío. Vamos, Señor, vamos». (Acosta, 1648: 13-14)
Ingresó en el Convento de San José de Carmelitas Descalzas de Toledo con una dote de 5000 ducados en las últimas décadas del XVI. De esta manera, María de Jesús tomó el hábito el 12 de agosto de 1577, día de santa Clara, cuando Ana de los Ángeles, profesa de la Encarnación de Ávila, era priora. El día de su profesión, 8 de septiembre de 1578, acontecida aproximadamente un año después del comienzo del noviciado, contó con ocho testigos, entre los que destacan los nombres de la priora, Teresa de la Concepción, Catalina de San Eliseo y Francisca de la Madre de Dios.
En los 63 años de desempeño y servicio a la vida religiosa sobresale su ánimo por la penitencia. Siempre buscaba el padecer para la tranquilidad propia y ajena, tal como leemos en la biografía en clave hagiográfica de Acosta:
Ya no parecían sus penitencias (como suele en otros) mortificación, sino venganza, que tomaba de sí propia. Todas las disciplinas eran y fueron, hasta edad de ochenta años en que murió, de sangre: ceñida de ordinario con ásperas y apretadas sogas y cadenas; rodeada de rallos; vestida interiormente de cilicios; echando de ordinario en la comida acíbar; siendo (sin ser encarecimiento, aunque es lo más encarecido) más ingenioso su amor para padecer por su Esposo que lo es la gula del mundo para lisonjear el paladar de sus amadores (1648: 87).
Fue estimada en la Comunidad como muestran sus continúas elecciones y reelecciones como maestra de novicias, cargo que desempeñó en tres ocasiones; supriora a petición de Elena de Jesús; y priora durante casi cuatro trienios, en los que pudo tratar de cerca con la beata Ana de Jesús en alguna de las estancias que la fundadora de Flandes realizó en Toledo. En uno de estos prioratos fue víctima de falsas acusaciones que hicieron que fuese destituida del cargo. También tuvo ocupaciones de menor importancia gubernamental, pero imprescindibles para el buen hacer de la Comunidad como los oficios de sacristana, enfermera y tornera. En todos se subraya el empeño y dedicación que María de Jesús ponía en sus cometidos. Asimismo, fue una de las fundadoras del Convento de Nuestra Señora de la Encarnación de Cuerva (Toledo). Cometido que resolvió en 5 meses para volver a la institución en la que ingresó.
Santa Teresa de Jesús tuvo especial confianza y aprecio a esta carmelita. En ella confiaba parte de sus escritos, escogiendo el sobrenombre de «mi letradillo» para referirse a María de Jesús. Daba sus textos a María con el propósito de que se los revisara. Acosta lo describe al detalle para los títulos de Camino de perfección (1564-1567) y Moradas o El castillo interior (1577):
No lo fue solo [apoyo], ayudándola con la vida activa en la pelea porque fue, sin comparación, más lo que ayudó con la contemplativa, de que es buena prueba haberla entregado la Santa Madre sus libros para que los reviese, consultándola las mayores dificultades del de las Moradas y entregándole absolutamente el del Camino de perfección para que le enmendase. Y esto no teniendo nuestra venerable madre veinte años cabales. Y, si me replicaren que esto fue humildad en santa Teresa, confesaré que lo fue, si bien tan llena de juicio que hacía la Santa de su hija que no lo mucho que desestimaba sus cosas, porque la doctrina que para instrucción de tantos había por orden de Dios escrito, no la obligara sola humildad a comunicarla ni fiarla menos que de quien juzgase digna de tantas y tales margaritas (Acosta 1648: 69).
Finalmente, de la hermana María de Jesús destaca esta incesante labor y entusiasmo por la escritura, si bien no se ha conservado una ingente producción escrita. Conservamos las declaraciones en los procesos de beatificación de san Juan de la Cruz y santa Teresa de Jesús y un conjunto de 48 cartas. Mas esta breve producción literaria es motivo suficiente para insistir en la labor de escritora de María de Jesús. Tras sus continuas dolencias y recaídas físicas que hacían que estuviera al borde de la muerte, prevalecía su interés por la escritura como parte de la Comunidad refería:
Las que a la mañana la vinieron a visitar aún como enferma, la hallaron vestida y con tantos alientos escribiendo como si no hubiera en toda su vida padecido nada o tenido achaques (Acosta 1648: 230).
Falleció en la enfermería de Convento que la vio tomar el hábito, pasadas las seis décadas desde su profesión. A las diez de la mañana del 13 de septiembre de 1640 María de Jesús abandonó el mundo terrenal con olor a santidad. El proceso de beatificación se comenzó el 10 de diciembre de 1926 para que el 22 de junio de 1972 fuera nombrada venerable, y cuatro años después beata, sucesos ocurridos en el pontificado de Pablo VI.
Producción literaria
- Declaraciones para el proceso de beatificación de santa Teresa de Jesús y san Juan de la Cruz, disponibles en Silverio de Santa Teresa (ed.), Obras de san Juan de la Cruz, doctor de la Iglesia, tomo IV: Llama de amor viva, Cautelas, Avisos, Cartas, Poesías, Burgos, Monte Carmelo, 1931, pp. 361-362; Silverio de Santa Teresa (ed.), Procesos de Beatificación y Canonización de santa Teresa de Jesús, Burgos, Monte Carmelo, 1934-1935, pp. 452-454; Julen Urquiza, Procesos de beatificación y canonización de la madre Teresa de Jesús, Burgos, Monte Carmelo, 2015a, p. 540 y 2015b, pp. 575-580.
- 48 epístolas, disponibles en Joaquín de la Sagrada Familia (ed.), La sierva de Dios sor María de Jesús, Carmelita Descalza y «Letradillo de santa Teresa de Jesús»: Compedio de su prodigiosa vida y heroicas virtudes, Toledo, [s.n], 1919, <https://bibliotecadigital.jcyl.es/es/consulta/registro.do?id=18718>.
Bibliografía crítica
- Francisco de Acosta, OSA, Vida prodigiosa y heroicas virtudes de la Venerable madre María de Jesús, religiosa carmelita descalza del Convento de San José y Santa Teresa de la imperial ciudad de Toledo, Madrid, Domingo García Morrás, 1648. [BNE 2/7145). Disponible en <https://catalogo.bne.es/permalink/34BNE_INST/f0qo1i/alma991002494139708606>.
- Jáuregui Cruz, María Mercedes, «María de Jesús (Rivas)», en Teresiae Hereditas 1.0.1, 08/06/2025. Disponible en: <https://teresiaehereditas.ucm.es/>.
- Manuel Diego Sánchez, «María de Jesús (López Rivas)», en Bibliografía sistemática teresiana, Burgos, Editorial de Espiritualidad, 2008, pp. 276-277.
- Tomás Álvarez, «María de Jesús (López Rivas), OCD (1560-1640)», en Diccionario teresiano, Burgos, Monte Carmelo, 2000. Disponible en: <https://teresavila.com/>.